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Nos van dejando las cosas

 

Este trabajo parte del encuentro con el poema Soledad[1] de Rafael Maya, y de la forma como fui relacionándolo con la manera en que he venido recolectando diferentes materiales en mi taller, en una suerte de coleccionismo, como una recopilación de partes extraídas del cuerpo de un trabajo más amplio; materiales tan simples como el polvo de grafito que resulta luego de afilar la mina del lápiz para realizar algunos detalles en los dibujos, o de los pedazos de papel que sobran luego de córtalo o de los bocetos que no llegaron a realizarse, o incluso una serie de fotografías que he venido recolectando y que por motivos de selección han sobrado o han sido excluidos de otros trabajos. Todos estos materiales no fueron desechados sino que por el contrario fueron guardados durante algún tiempo, siempre con la inquietud de cómo apropiarme de ellos, como devolverles algo de lo que perdieron

Así desencadena en una serie de ejercicios que tienen como propósito entablar un dialogo con los materiales, intentando materializar por medio de los pedazos o fragmentos de lo que se va quedando en el camino, como un intento de conservar, de reconstruir, de atrapar lo efímero de un momento, para prolongar un momentáneamente un evento que de lo contrario olvidaría.

De esta manera este trabajo es el resultado de  una constante experimentación alrededor del dibujo, de un proceso de búsqueda de diferentes materiales y soportes con el propósito de desligar el dibujo de una habilidad manual y en su lugar exponerlo como un oficio mucho más complejo, como una labor que potencializa un acto que aún no ha sido realizado, (de algo que no se encuentra en plano de la realidad) en ese sentido se convierte en un acto de especulación de la vida misma, en imágenes que forman una unidad de lo sensorial y lo lógico, de lo concreto y lo abstracto, de individual y lo general.

 

[1] Maya, Rafael. Poemas Escogidos.  Universidad Externado de Colombia. Primera edición 2015. Nomos Impresores. p. 44

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